En la opinión de Gil Guillen - Aprendimos, otra vez, que hay que planear a largo plazo.

Un evento tan relevante como la pandemia que, al parecer, estamos casi a punto de superar, fue el causante de que los líderes de una organización hayan atravesado por varias noches en vela pensando y preocupándose en cuál sería el futuro de su área dentro de la empresa en los próximos meses e inclusive años.

Aunque ya con algo de luz al final del túnel, son normales todavía los momentos de incertidumbre en los cuales los directivos se preguntan cómo seguirán cumpliendo los objetivos de negocio cuando en varias ocasiones se tienen presupuestos insuficientes y hay obligación de hacer más con menos. En varios sectores esta ansiedad no cesa todavía, aún continúan enfrentando esa recesión económica, y hasta social, por la que casi todos atravesamos y que su impacto persiste afectando negativamente a sus respectivos negocios.

Recientemente, conforme mejoraron las expectativas del crecimiento mundial, el Banco Mundial aumentó su pronóstico de crecimiento para el PIB de nuestro país a un cinco por ciento en este año, 1.3 puntos porcentuales arriba de lo previsto enero; pero las perspectivas rumbo al 2022 y 2023 son un poco menos optimistas, ya que se anticipa un ritmo de crecimiento con tasas de 3 y 2 por ciento, respectivamente. Y a partir de aquí se desprenden expectativas por sector, por mercado, por región.

Es por esto por lo que, diversas áreas en una organización podrían enfrentarse todavía a periodos con grandes retos que superar, esto debido a que las empresas podrían estar todavía haciendo recortes a su presupuesto de una manera considerable, procurando así mitigar los efectos causados por la pandemia o por cualquier otra situación extraordinaria que hayan atravesado.

Una de estas áreas es la de Tecnologías de la Información, sector en el que sus respectivos directores y equipos demostraron que están a la altura de cualquier desafío que se presenta al aumentar esfuerzos para enfrentar retos como el de continuar implementando de manera acelerada la ya tan mencionada transformación digital, camino por el que se han realizado mejoras a los negocios y prepararse para futuras eventualidades relevantes.

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Y aunque muchos directivos creen que por implementar las más modernas herramientas tecnológicas ya entran de lleno a la transformación digital, no están totalmente en lo cierto.  Hay que cambiar el chip. La tecnología siempre ha estado ahí y ésta es solo un componente al que hay que sumarle de manera estratégica el factor humano. Por ejemplo, plataformas como Zoom o Meetgoogle ya existían, pero no eran aprovechadas como ahora, simplemente porque no era necesario.

A esto se debe sumar el aceptar la realidad y planear a largo plazo, pero con la capacidad de adaptación ante cualquier “nueva realidad” que se pueda presentar. Una planeación adecuada y oportuna permite abrir ventanas de oportunidad que ayuden a amortiguar impactos al negocio en el futuro.

Para muchas empresas son todavía tiempos de ahorros y no gastos, de un mediano plazo de incertidumbre. Y aquí el papel del CIO adquiere aún más relevancia estratégica para el modelo de negocio, ya que las tecnologías de la información han sido y seguirán siendo importantes y será uno de los sectores en el que las organizaciones seguirán enfocando su inversión.

En los momentos adversos también hay oportunidades, el éxito reside en identificarlas, además de contar una planeación adecuada que permita adaptarse a cualquier situación y así contribuir a asegurar la supervivencia de la organización. Aplica hasta para la vida.

Gilberto Guillén

Experto en nada

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de renegado.tv


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