En la opinión de Gil Guillén - Siempre habrá errores

Recién cumplí 18 años de vida laboral en el campo de la comunicación y las relaciones públicas -bienvenido a las grandes ligas me decía un excompañero de trabajo- y con una mezcla de satisfacción y gusto, afirmo que desde mi experiencia el trayecto que he recorrido ha sido positivo: aprendizajes profesionales y laborales cada día, buenos compañeros y mejores amigos (dentro y fuera de la oficina); frustraciones, pero más satisfacciones y muchos aciertos, aunque también errores que cuando se analizan y aceptan, además de aprender, en varios casos se vuelven una anécdota y ya tiempo después sirve para hacernos reír.

En las últimas semanas, sobre todo en redes sociales se ha generado una discusión unilateral (aunque varios insisten en decir que es una pelea, para mí es una discusión) sobre la relación de periodistas y publirrelacionistas en la que éstos últimos no salimos muy bien parados en la mayoría de las ocasiones y, con los casos que como ejemplo se mencionan a continuación, son buenos motivos para que así sea.

Mandar mensajes o hacer llamadas a periodistas en horario fuera de oficina, si es que éste todavía existe; preguntar si recibieron un boletín, con información relevante o no; que cuándo publicarán una nota, aunque los datos ya no estén vigentes; que si se confirma la asistencia del medio, sin importar que el reportero ya colabora en otro lado; que si pueden entrevistar a su vocero aunque no publiquen únicamente para cumplir con su cuota de entrevistas, o que si les envían el testigo del artículo publicado cuando monitorear es responsabilidad del consultor y su equipo, entre otras actividades que dejan mucho que desear de quien las realiza. Estas han sido algunas de las quejas más frecuentes de los compañeros periodistas hacia los publirrelacionistas.

Y así, a veces no hay manera de defender -o defendernos- al gremio por estas fallas que frecuentemente se presentan ya sea por falta de capacitación, aprendizaje, experiencia o de, en mi opinión, principalmente de uso de sentido común.

He leído en diversas publicaciones en redes sociales, tanto del lado de periodistas como de mis colegas, que en varias ocasiones estos casos se deben a la presión y exigencias del cliente, por ejemplo, para lograr publicaciones, motivos que en mi opinión no son válidos porque también es tarea del consultor el asesorarlo en este aspecto.

Como en cualquier industria o sector, en el de la consultoría algunos de los caminos para encontrar soluciones a diversas situaciones que afectan el buen desempeño de sus acciones son la colaboración, el compartir experiencias y consejos. El asesorar al que asesora. Acciones que orgullosamente afirmo que entre mis colegas de oficina -física o virtual- sí sucede, pero que penosamente no es así entre agencias. Y como principales argumentos tenemos: es que somos competencia, me vas a quitar el cliente, me quieres robar la base de datos -cuando una de las mayores quejas de los periodistas es que no la tenemos actualizada-, y varios más. No hay colaboración.

Y si sumamos buenas colaboraciones entre todos, cada uno desde su respectiva trinchera, los resultados deberían de ser todavía más favorables para el gremio.

Pero no siempre los errores de los publirrelacionistas terminan en una mala relación. En una ocasión, un consultor todavía en ese entonces con poca experiencia en la relación con medios organizó una visita a una comunidad ubicada cerca de Huichapan en el estado de Hidalgo para visitar un taller que una importante empresa con la que colaboraba en ese entonces había instalado en beneficio de los habitantes de esa localidad. Para esta actividad, a la que asistió un editor de un periódico de circulación nacional acompañado de su fotógrafo, el traslado se realizó en un automóvil de la agencia (con chofer incluido).

Por distracción, por inexperiencia, por desconocimiento geográfico o por lo que haya sido, al recoger al editor y fotógrafo en las instalaciones del periódico, al consultor se le ocurrió decir a su compañero que iba de chofer listo, vámonos a Pachuca cuando el destino correcto era Huichapan. Fue hasta llegar a Pachuca, a hora y media de distancia de Huichapan, que el publirrelacionista se dio cuenta de su error y entre otros puntos que arreglar, no había otra opción más que ser sincero y comentar lo siento, me equivoqué al editor, que en los primeros segundos guardó silencio y abrió mucho sus ojos para enseguida responder ni te preocupes, vámonos a Huichapan, tenemos tiempo.

Años después, el platicar esta anécdota entre compañeros y el editor, termina en risas y una muy buena experiencia por la visita a esa comunidad. Aunque parezca no relevante a simple vista, este continúa siendo un evento que también gracias a la confianza del medio y sus compañeros, le ha sido útil al consultor para poner más atención a esos detalles que derivan en una buena relación en medio y publirrelacionista.

El organizador de esa visita, quien, por supuesto más adelante ha tenido otros errores, pero más aciertos, era yo.

Y así como este, podemos platicar de varios ejemplos más, de los que los involucrados aprendemos, muchos de ellos basados en confianza y sobre todo con la intención de colaborar en beneficio de ambas partes. A seguir aprendiendo… y usar el sentido común.

Gilberto Guillén

Experto en nada.


Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de renegado.tv


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