En la opinión de Gil Guillen - Los superhéroes y nosotros

A todos nos ha pasado… y nos sigue pasando. Enciendes la televisión en el canal o plataforma de streaming que prefieras (o que de plano venga con el servicio telefónico que pagas) y te cruzas“ sin querer” con segmentos de comics o dibujos animados, cómo gustes llamarlos, en donde se dan cita personajes de mundos diferentes, magos y dragones, brujas y fantasmas, todos personajes que desde niños y hasta la fecha nos han gustado. King Kong y Godzilla incluidos. Series y películas que siguen teniendo nuestra atención de igual manera e incluso más allá de las películas del catálogo de títulos de arte, que han ganado premios, las que la gente madura o lo que eso signifique, son las únicas que tienen su atención.

El debate sobre si las caricaturas de los ochenta o noventa son mejores que las actuales parece no tener fin, argumento como que las actuales son menos interesantes que las anteriores, que si los niños de ahora se conforman con menos que los adultos contemporáneos de cuando éstos eran chicos, pues con las películas y series sucede algo similar; la eterna discusión sobre qué contenido y de qué época es mejor no las deja fuera. Para cada generación, la suya siempre será la mejor.

Pero en lo que todos coincidimos es en que los superhéroes son y serán igual de relevantes para todos.

Y sin falta, en cualquier conversación entre adultos sobre estos temas, específicamente sobre superhéroes y sus series y películas (antiguas o actuales) siempre surge la pregunta de uno a otro: ¿por qué te siguen gustando esas cosas? Por lo menos en mi caso, cuando me hacen ese cuestionamiento siempre respondo: porque sí… la verdad, no estoy seguro de qué otra respuesta podría dar.

Tal vez decir que los superhéroes, como precisan diversos expertos, ilustran una historia que –con sus debidas proporciones- podría ser la de cualquiera de nosotros. Generalmente las historias de los héroes ejemplifican temas o dramas comunes que van desde la muerte, el suicidio, el bien, el mal, el amor, la guerra, la sensación de no ser aceptado, el dolor, etc., y son justamente a través de estos tópicos que el protagonista desarrolla sus motivaciones, toma decisiones y las convierte en acciones, dando origen así a las diversas tramas de sus aventuras, las que toman la forma de nuestros miedos, expectativas y esperanzas.

En el caso de los niños (o de los que fuimos niños), los superhéroes les dan la fuerza que necesitan todos los días, que enfrenten con valor cualquier situación que se les puede presentar, por ejemplo, en la escuela y en los deportes. Y que para los adultos representan un ideal que los impulsa a seguir considerando ciertos valores tan fundamentales como proteger la vida, o        simplemente, hacer el bien.

Por todo esto, no hay duda del efecto positivo que tienen los superhéroes en nosotros, seres de carne, hueso y sueños, muchos sueños.

Algunas respuestas más simples y en las que creo que la mayoría coincidimos, querido lector, es que ver películas y series de superhéroes (o sobre cualquier otro tipo de personaje ficticios) es simplemente para pasar el rato, para no ver esa otra película que sí habla de problemas reales (tal vez iguales a los nuestros), para salir de la cotidianidad, para relajarse, para distraerse, para divertirse.

Invite a un adulto que argumente que las películas de superhéroes no son lo suyo a que las vea, y así como platicamos sobre videojuegos, que por un rato vuele, que salte más alto, que viaje al  espacio, que salve al mundo, que ría y que sueñe… como cuando era niño.

Nota del autor:

Sí, las caricaturas de los años ochenta son las mejores.

Gilberto Guillén

Experto en nada.


Leído 599