El fondo de las cosas: Compromisos presidenciales

Por Mario Maraboto

A lo largo de su campaña y durante el lapso de transición, el ahora presidente de México hizo una serie de ofrecimientos que se convirtieron en compromisos, entre ellos: erradicar la corrupción, respetar la Ley, amnistiar para lograr la paz, combatir la inseguridad y el narcotráfico, gobernar para el pueblo, respetar la democracia sindical,  generar una nueva reforma educativa, construir un tren maya, generar una constitución moral, no perseguir a personajes de la “mafia del poder”, restructurar la administración pública federal, presentar un plan de austeridad, ser ejemplo de amor y solidaridad, y un largo etcétera.

Si se revisan los compromisos expresados en su toma de posesión por los nueve presidentes que México ha tenido en 50 años, en todos ellos, incluido el actual presidente, ha habido coincidencias en compromiso sobre diversos temas. Estos son algunos de ellos:

Gustavo Díaz Ordaz (1964 – 1970), citó el tema de la violencia: “La violencia no sirve para solucionar problemas… por agudos que sean siempre pueden hallar solución en la paz”; asimismo habló de incrementar el ingreso anual por persona y al referirse al cumplimiento de la Ley expresó: “… al margen o en contra de las leyes se puede vivir por un período más o menos corto, pero no indefinidamente”.

Luis Echeverría Álvarez (1970-1976, “Arriba y adelante”) habló de gobernar para el pueblo, modernizar la red ferroviaria y de iniciar su gobierno “bajo augurios de concordia y buena voluntad”. Expresó que velaría “…porque se garantice la autonomía sindical” y acerca de la educación dijo: “Una auténtica reforma educativa exige revisar, profunda y permanentemente, los objetivos, los conceptos y las técnicas que guían la docencia. La reforma educativa es, en gran medida, una autocrítica del magisterio”. 

José López Portillo (1976 – 1982, “La Solución Somos Todos”), heredero de una crisis económica dijo: “No cacemos culpables, ni achaquemos errores”. Luego habló sobre austeridad y reducir el gasto “a lo indispensable eliminando el prescindible por duplicatorio, ocioso o dispendioso”. Se comprometió a reordenar las Secretarías de Estado e impulsar la educación. Hacia el fin de su mensaje reiteró: “Luchemos por dar fin al odio, al rencor, al miedo y a la impaciencia…”

 Miguel de La Madrid Hurtado (1982 – 1988, “La Renovación Moral de la Sociedad”) habló de austeridad: “La austeridad es obligada; vigilaremos que se cumpla … para evitar dispendio, desperdicio o corrupción”. Comprometió la cancelación de proyectos: “Cancelaremos proyectos cuando sea evidente su carácter suntuario…”. También se comprometió a reestructurar la administración pública federal y expresó su intensión de evitar negocios ilícitos en los contratos de obra y remató: “Promoveré sistemas que acaben con las compensaciones al margen de la ley…; regularé las prestaciones a que éstos (los funcionarios) tienen derecho”.

Carlos Salinas de Gortari (1988-1994, “Solidaridad”), además del “Programa Nacional de Solidaridad Social” insistió, como sus predecesores, en la austeridad: “Mantendremos los hábitos de ahorro, productividad y eficiencia. Ratifico enfáticamente: en mi administración habrá estricto control del gasto”.

Novedades en su discurso fueron el tema la seguridad y el narcotráfico: “… renovaremos las corporaciones policiales del país y reajustaremos severamente su estructura a fin de garantizar control, honestidad y eficacia” y sobre el otro asunto dijo: “El narcotráfico se ha convertido en un grave riesgo…; crearé en la Procuraduría General de la República una unidad dedicada a su exclusivo combate, con más personal y mayor adiestramiento…”, temas que desde entonces han permanecido en estos discursos. También ofreció transformar el sistema educativo.

Ernesto Zedillo Ponce de León (1994 – 2000, “Bienestar para la Familia”) priorizó en su discurso la educación de la que dijo “será una prioridad indiscutible en mi gobierno”. También habló sobre la criminalidad, a la que prometió combatir mediante “una honda y genuina reforma a las instituciones encargadas de la procuración de justicia”. También mencionó la honestidad y tras expresar que se fiscalizaría que los funcionarios actuaran con responsabilidad, honestidad y eficiencia, remató: “El gobierno no es lugar para amasar riqueza”.

Vicente Fox Quezada (2000 – 2006, “El voto del cambio”) asumió el compromiso de “siete reformas medulares” (Política, Social, Educativa, Económica, Administrativa, de abatimiento a la inseguridad y una que anule la corrupción y el engaño). Comprometió combatir la corrupción con el imperio de la Ley “… pero también con la fuerza sencilla y poderosa del ejemplo”. Sobre actos de corrupción en el pasado expresó: “… ningún acto relacionado con el pasado estará inspirado por resentimiento alguno, venganza, ansias de reivindicación personal o aspiraciones a reinterpretar la historia”. Previno a sus funcionarios que les exigiría cuentas por actos de corrupción.

Sobre la delincuencia declaró no descansar “hasta que vivamos seguros, sin temor ni angustia…” y acerca de la educación manifestó que sería la columna vertebral del desarrollo y que la haría llegar a todas las mexicanas y mexicanos.

Felipe Calderón Hinojosa (2006 – 2012, “Pasión por México”) manifestó que la solución a los problemas debía construirse por la vía de la paz y la legalidad, y sobre sus prioridades dijo: “Una de las tres prioridades que voy a encabezar en mi Gobierno es, precisamente, la lucha por recuperar la seguridad pública y la legalidad.”

Instruyó a su gabinete de seguridad para que en 90 días presentara un programa de seguridad al tiempo que ordenó a los secretarios de Marina y de Defensa “redoblar el esfuerzo para garantizar la seguridad nacional por encima de cualquier otro interés…

Igual que otros de sus antecesores habló de austeridad; comprometió que “…emitiré un decreto de austeridad en los gastos del Poder Ejecutivo y reduciré el salario del Presidente y de los altos funcionarios de mi Gobierno…”. La reducción de gastos incluiría el de campañas electorales y el financiamiento público a los partidos políticos.

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Enrique Peña Nieto (2012 – 2018, “Mi compromiso es contigo”) habló de combatir la impunidad y hacer que prevalezca la justicia y la paz; propuso varios ejes de su gobierno, empezando por “poner al ciudadano y a su familia en el centro de las políticas de seguridad” e instruyó a su gabinete para la creación de un Programa Nacional de Prevención del Delito.

Expuso su intención de lograr un México con educación de calidad y de proponer la Reforma Educativa; mencionó el compromiso de desarrollar trenes de pasajeros y de trabajar con austeridad económica y financiera: “Expediré un decreto que establezca medidas de austeridad y disciplina presupuestal en el ejercicio del gasto público. Un Gobierno eficaz debe ser capaz de hacer más con menos”.

El fondo de todo lo anterior es que se hace evidente que todos los presidentes han expresado sus buenos deseos a través de sus promesas y tal parece que el actual mandatario hizo un resumen de los ofrecimientos de sus antecesores aunque ninguno de ellos pudo hacerlos completa realidad.

Promesas oímos, resultados no sabemos, o como dijo Cantinflas en una de sus primeras películas: “A la hora de votar, puras promesas; a la hora de cumplir, puros pretextos”. 

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de renegado.tv


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