Los riesgos de las bebidas energéticas en niños

El consumo de bebidas energéticas y azucaradas entre niños y adolescentes está en aumento, con un incremento del 31% desde 2018. Alarmantemente, el 40% de los menores las consume a diario, a menudo sin que ellos ni sus familias sean conscientes de los riesgos para la salud, como insomnio, ansiedad, problemas cardiovasculares, sobrepeso, obesidad y caries dental.

El doctor Roi Piñeiro Pérez, pediatra del Hospital Universitario General de Villalba, España, recomienda limitar la cafeína a 2,5 mg/kg en menores de 12 años y a 100-200 mg diarios en adolescentes. La American Academy of Pediatrics desaconseja totalmente estas bebidas en niños, destacando que algunos las consumen confundidas con bebidas rehidratantes.

Las “bebidas estimulantes” contienen altos niveles de azúcares y cafeína, lo que puede causar irritabilidad, alteraciones del sueño y riesgos cardiovasculares. Además, los azúcares simples deben representar menos del 5-10% de las calorías diarias en menores para evitar problemas metabólicos.

Estas bebidas pueden provocar desequilibrios en el estado de ánimo, atención, ansiedad, depresión y problemas de conducta. Factores como la fácil disponibilidad en casa y el “efecto imitación” de los padres fomentan su consumo. Reducir su acceso y promover el ejemplo de los adultos con bebidas saludables disminuye significativamente su ingesta.

Expertos instan a regular la venta y publicidad de estas bebidas en menores, así como a educar a la población sobre estilos de vida saludables para fomentar elecciones conscientes. Medidas como etiquetados de advertencia y educación para padres han demostrado ser efectivas para reducir su consumo.

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Alternativas saludables

En el caso de menores, se sugiere limitar estrictamente las bebidas energéticas y optar por opciones refrescantes como: 

- Agua con gas y rodajas de limón, naranja, pepino o hierbas como menta. 

- Aguas saborizadas con frutas (limonada de sandía y menta) o agua de coco. 

- Infusiones o refrescos caseros con frutas y hierbas. 

- Cubitos de hielo con jugo de fruta para dar sabor al agua. 

- Infusiones frías sin azúcar (rooibos, frutos rojos). 

- Batidos caseros de frutas con agua, leche, cacao, canela y leche o yogur

Estas alternativas no solo son nutritivas, sino que evitan los riesgos asociados a las bebidas energéticas, promoviendo hábitos saludables desde la infancia para un desarrollo óptimo.


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