Si bien las bicicletas eléctricas en España han recibido numerosos avances a lo largo de los años, algunos accesorios como los cascos se han quedado atrás. La mayoría de estos cascos son incómodos, poco estéticos e incluso poco seguros respecto a otros sistemas de protección como los cascos de moto.
La diseñadora Kara Fedrigon quiso cambiar esto con un invento que tuvo el apoyo del James Dyson Award, el concurso que premia la innovación e inventiva de jóvenes emprendedores. Fedrigon ha ideado un casco de bicicleta plegable, seguro y elegante.
Se llama Hive, y basa su estructura en un diseño modular de tres piezas con una estructura inferior de nido de abeja, junto a una carcasa exterior de policarbonato desmontable y plegable. Este último es un punto importante, ya que permite guardar de forma más fácil el casco.
De base, partimos de que este es un casco más cómodo, agradable a la vista y que encima es más fácil de almacenar. Las tres piezas son fácilmente desmontables, lo que permite además acceder a la estructura de panal de abeja ya mencionada.
El casco no solo incluye el policarbonato en su exterior. La estructura está fabricada en un material elastomérico, que absorbe impactos (en palabras de Fedrigon) de manera similar a cómo lo haría un casco ligero de motocicleta.
Por si fuera poco, el propio casco integra un sistema anti-rotación que evita precisamente rotaciones bruscas fruto de potenciales traumas craneales, típicos en caídas de bicicleta. De hecho, la propia Fedrigon ha establecido la seguridad como su prioridad.
La diseñadora estadounidense colaboró con el doctor Barry Miller, investigador del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia para ver cuáles eran los puntos más problemáticos de los modelos convencionales de cascos de bicicletas.
Con la ayuda de Miller, Fedrigon pudo llegar al patrón de nido de abeja, que según explica ella misma maximiza la dispersión de la energía en caso de producirse un impacto, evitando que su mayoría alcance el cráneo.
De esta forma, se logra un equilibrio muy logrado entre la comodidad, la seguridad y el diseño, sin sacrificar ninguno de estos apartados. De hecho, la diseñadora explica que la idea le surgió precisamente de los problemas que sufren este tipo de cascos en sus versiones comerciales.
Según la misma Fedrigon, la idea de llevar un casco tiene que ser "tan natural como llevar uno de moto". Según un estudio de la Universidad de Ryerson, los ciclistas estadounidenses tienen 30 veces más probabilidades de sufrir accidentes graves en bici.
Esto es debido a que estos se sienten muy incómodos e incluso estúpidos al usarlo. De ahí que uno de los puntos fuertes del casco se centre en el propio diseño, lo que le llevó a entrevistar a más de 130 ciclistas para determinar el diseño final de su producto.