Superman está inspirado en Moisés, el profeta judío

Con el estreno de la versión dirigida por James Gunn y protagonizada por David Corenswet, se reinicia la serie de películas de Superman y siempre es un buen momento para recordar sus inicios y significado en la cultura mundial.

Jerry Siegel y Joe Shuster, dos jóvenes judíos estadounidenses, crearon a Superman en 1933, un personaje que debutó en Action Comics #1 en 1938 y se convirtió en un ícono cultural.

La historia de Superman, un ser de otro mundo que llega a la Tierra tras la destrucción de su planeta natal, Krypton, y se convierte en un símbolo de esperanza y fuerza, está profundamente impregnada de elementos de la mitología y la experiencia judía.

Contexto

Jerry Siegel y Joe Shuster eran hijos de inmigrantes judíos que escaparon de la persecución en Europa del Este a principios del siglo XX. En los Estados Unidos de los años 30, los judíos enfrentaban un antisemitismo generalizado. La Gran Depresión exacerbó las tensiones sociales, y los judíos eran frecuentemente estigmatizados como "extranjeros" o "amenazas" económicas y culturales. Organizaciones como el Ku Klux Klan y el movimiento pronazi de la German American Bund promovían discursos de odio, mientras que en Europa, el ascenso de Hitler y las leyes de Núremberg intensificaban la persecución judía.

En este contexto, Siegel y Shuster, dos jóvenes de clase trabajadora en Cleveland, Ohio, canalizaron sus experiencias de marginalización y su herencia cultural en la creación de Superman. Como judíos, conocían las historias de exilio, supervivencia y redención que permeaban la tradición bíblica y la mitología judía. Superman, un "extranjero" con poderes extraordinarios que lucha por la justicia, reflejaba tanto sus esperanzas como su lucha por la aceptación en un mundo hostil.

La narrativa de Superman comparte un paralelismo evidente con la historia de Moisés. Al igual que el profeta judío, que fue enviado por el río Nilo en una canasta para escapar del genocidio ordenado por el faraón, el bebé Kal-El es colocado en una nave espacial por sus padres, Jor-El y Lara, para salvarlo de la destrucción de Krypton. Ambos son "extranjeros" adoptados en tierras extrañas: Moisés en Egipto y Superman en Smallville, Kansas. Ambos crecen para convertirse en líderes y protectores de sus pueblos adoptivos, guiados por un sentido de propósito moral.

El tema del exilio, central en la experiencia judía, resuena en Superman. Los judíos, a lo largo de su historia, han enfrentado diásporas y persecuciones, desde Egipto hasta Babilonia y la Europa moderna. Superman, como un inmigrante que oculta su verdadera identidad bajo el disfraz de Clark Kent, refleja la dualidad de los judíos asimilados en la diáspora, navegando entre su herencia cultural y la necesidad de integrarse.

El Protector

Otro paralelismo significativo es con la figura del Golem, una criatura de la tradición judía, especialmente asociada con el folclore de Praga. Según la leyenda, el rabino Judah Loew creó un ser de arcilla para proteger a la comunidad judía de los pogromos. El Golem, animado por un ritual místico, era fuerte, obediente y protector, pero carecía de alma. Superman, con su fuerza sobrehumana y su misión de proteger a la humanidad, evoca esta imagen del defensor creado. Sin embargo, a diferencia del Golem, que a veces se descontrolaba, Superman encarna un ideal de bondad y moralidad, reflejando los valores judíos de *tikkun olam* (reparar el mundo).

Sansón: La fuerza divina

La fuerza descomunal de Superman también recuerda a Sansón, el héroe bíblico cuya fuerza sobrenatural provenía de Dios. Sansón, con su capacidad para derribar ejércitos y destruir templos, era un símbolo de resistencia contra la opresión. Superman, con su habilidad para levantar edificios y detener trenes, encarna una versión moderna de esta fuerza heroica. Sin embargo, mientras que Sansón era impulsivo y trágico, Superman es un modelo de control y responsabilidad, una evolución que refleja los ideales de Siegel y Shuster en un mundo que necesitaba héroes éticos frente a la opresión nazi y el antisemitismo.

Superman como respuesta al antisemitismo

Superman no solo era un reflejo de la mitología judía, sino también una respuesta directa al antisemitismo de los años 30. En los primeros números de Action Comics, Superman luchaba contra villanos que representaban las injusticias de la época: empresarios corruptos, políticos opresivos y, más tarde, figuras que evocaban a los nazis. Su lema, "luchar por la verdad, la justicia y el estilo americano", era una declaración de resistencia contra la intolerancia. Para Siegel y Shuster, Superman era una fantasía de poder: un inmigrante que, a pesar de ser un "extranjero", se convertía en el máximo símbolo de heroísmo en su país adoptivo.

El debut de Superman en 1938, justo cuando el mundo se acercaba a la Segunda Guerra Mundial, fue un momento crucial. Las portadas de los cómics mostraban a Superman enfrentándose a tanques y ejércitos, un mensaje implícito de oposición a los regímenes totalitarios. Para los judíos estadounidenses, Superman era un símbolo de esperanza, un recordatorio de que incluso los marginados podían cambiar el mundo.



El simbolismo de Superman como un héroe inmigrante y protector encuentra eco en otros personajes de la época que también reflejaban experiencias de opresión. Un ejemplo notable es King Kong, creado en 1933 por Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack. King Kong, un gorila gigante capturado en una isla exótica y llevado a Nueva York en cadenas, puede interpretarse como una metáfora de la esclavitud y la explotación colonial. En la película, Kong es presentado como una amenaza, pero también como una víctima: arrancado de su hogar, exhibido como espectáculo y finalmente destruido por una sociedad que lo teme.

Al igual que Superman refleja la experiencia judía de exilio y asimilación, King Kong simboliza la deshumanización de los esclavos africanos y sus descendientes en América. Su fuerza descomunal, similar a la de Sansón o Superman, es tanto una fuente de temor como de tragedia. Mientras que Superman usa su poder para integrarse y proteger, Kong es un "otro" que nunca encuentra aceptación, destacando las diferencias en la representación de minorías en la cultura popular de la época.


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Otros personajes de los años 30 y 40 también reflejan temas de opresión y resistencia. Por ejemplo, el Capitán América, creado en 1941 por Joe Simon y Jack Kirby (también judíos), era un héroe que luchaba contra los nazis, simbolizando la resistencia judía y americana frente al fascismo. Batman, creado por Bob Kane y Bill Finger, exploraba temas de justicia personal en un mundo corrupto, resonando con la lucha de las minorías por la equidad.

Superman, creado por Jerry Siegel y Joe Shuster, es mucho más que un superhéroe: es un reflejo de la experiencia judía, un mosaico de mitología bíblica y un grito de resistencia contra el antisemitismo de los años 30. Los paralelismos con Moisés, el Golem y Sansón no solo enriquecen su narrativa, sino que también lo conectan con una tradición de supervivencia y redención. En un mundo donde los judíos enfrentaban persecución y exclusión, Superman ofrecía una visión de esperanza y poder, un inmigrante que se convertía en el máximo defensor de la justicia.

Comparado con personajes como King Kong, que representa la tragedia de la esclavitud y la explotación, Superman destaca como un símbolo de integración y triunfo. La genialidad de Siegel y Shuster radica en haber creado un héroe universal que, a pesar de sus orígenes extraterrestres, encarna los valores de humanidad, resistencia y moralidad que resuenan con las luchas de las minorías en todo el mundo. Su legado perdura como un testimonio de la capacidad del arte para transformar el dolor en esperanza.


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