Regreso a clases con caos y confusión: A un año y medio de la pandemia

“No hay día que no llegue, ni fecha que no se cumpla”, es lo que reza el proverbio popular y es que, el lunes 30 de agosto de 2021 quedará marcado en el anecdotario mexicano como ese día en el que los niños y jóvenes regresaron a clases presenciales, “el día cero” que determinara que tanto aprendimos en lo personal y colectivo sobre como cuidarnos y cuidar a lo demás.

Según cifras de la Secretaria de Educación Pública (SEP), 4.3 millones de infantes tendrán la oportunidad de asistirá las guarderías y kínder a lo largo y ancho de todo el país, situación que en el papel suena alentadora, es decir, “por fin regresamos a la normalidad”, pero, en lo cualitativo pareciera ser un desacierto más en el combate a la pandemia.

Se sabe que el regreso a presenciales NO es obligatorio, es decir, que estamos en una fase híbrida, en el medio de la transición, pero… ¿qué pasa con todas esas familias que dadas sus condiciones no se pueden permitir el seguir a distancia?, recordemos que, aunque es cierto que los infantes suelen presentar menores complicaciones ante la enfermedad, al grado de no presentar ningún síntoma en muchos casos, esto NO LOS VUELVE INMUNES y aquí es donde comienza el caos.

La estructura de la familia mexicana no tiene un molde, es decir, un patrón que nos permita prever ciertos detalles importantes cuando de prevención se trata, están las familias que cuentan solo con los padres, quienes tienen a los abuelitos en casa, quienes compraron todo un terreno y en dicho predio viven 4 o 5 familias, con hogar independiente, pero, justamente compartiendo el espacio común, etc. Si a eso se le suma que actualmente estamos atravesando por el repunte de una tercera ola gracias a las variantes propias del virus… la alternativa presencial, aunque no obligatoria, si potencia el riesgo de prolongar la emergencia sanitaria.

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En este sentido, debemos estar muy pero que muy al pendiente de todo lo que implica el enviar a los pequeños a las aulas, en el caso de primaria y secundaria podemos establecer acuerdos con ellos para que en todo momento acaten las indicaciones de los profesores, que mantenga el cubrebocas siempre puesto, dotarlos con desinfectante o gel anti bacterial en las mochilas para que lo usen de manera exclusiva, etc. Claro que eso se puede hacer, pero… ¿qué pasa con los infantes de kínder y de guardería que no poseen ese nivel de razonamiento?, con ellos que solo buscan jugar, esparcirse y no portar al incomodidad de un cubrebocas.

Acá es donde entramos en terrenos pantanosos, ya que, como siempre podríamos dejarle TODA la responsabilidad a los docentes, a las autoridades propias de los planteles, pero… para poder garantizar al 100% que todo estará bajo control, hace falta que cada infante tenga a alguien con ellos vigilando en todo momento sus acciones y eso es técnicamente imposible, así que… ¿podríamos estar ante el detonante final de la tercera ola?, con el virus viajando: de una casa a la estancia, de la estancia a un niño, del niño a la casa, de la casa a un adulto, del adulto al trabajo, etc.

Nos tocara observar y esperar que esta medida por parte de la SEP no represente el acabose final en una hilera de malas decisiones gubernamentales y sociales, ya que, entendemos que es NECESARIO que las clases se retomen de forma tradicional para contener la brecha del rezago educativo y para fomentar el desarrollo social de los menores, pero… ¿no habría sido mejor esperar a que el esquema de vacunación nacional estuviese por lo menos arriba del 60%?

JR Brindiz

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