Ni Mexicanas Ni Negras

Por 19 dólares podemos conseguir el libro Baby, Let's Play House: Elvis Presley and the Women Who Loved Him, donde la periodista Alanna Nash nos cuenta acerca de los romances de una figura como el rey, Elvis Presley. Entre ellas, narra el encuentro del Elvis con Priscilla quien entonces tenía 14 años y a quien uno de los amigos-escoltas del Rey, Currie Grant, obligó a tener sexo para poder presentársela a la mayor estrella del momento. Finalmente Elvis y Priscilla se hicieron novios y a ella le daba gusto cumplir los caprichos de su pareja, que entre otros, era grabar sus encuentros lésbicos con una aparato cortesía de Sony, que era el prototipo de lo que hoy conocemos como videocámara.

A su regreso del servicio militar en los años sesenta, Elvis se concentró en hacer cine y alquiló un palacete en Los Ángeles, hay que recordar que Elvis ya era Elvis y por esas habitaciones se paseaban todas sus coestrellas y otras damitas que hacían casting para participar en alguna de sus películas, entre ellas: Ann Margarte, Natalie Wood, Tuesday Weld, Candice Bergen, Cybill Sheperd y Nancy Sinatra, pero eso no era todo. El equipo de amigos-asistentes del Rey siempre lo tenía surtido de la mejor carne. Sólo bastaba con tomar el Cadillac convertible del patrón, conducir por Palm Springs o Bel Air y abordar a cualquier damita, después de todo: ¿Quién iba a rechazar una fiesta con Elvis? Con el paso del tiempo se incluyeron las drogas de moda y los encuentros se hicieron más salvajes, hasta llegar a las clásicas orgías a las que el jefe no asistía. 

Todos sabían que él tenía derecho de escoger primero y nadie podía decir nada cuando él seleccionaba a una o más acompañantes a sus habitaciones. Él prefería mirar y masturbarse, por ello cuando le caían demandas de paternidad, él siempre sonreía, sabía que ninguna era cierta. Solía rechazar a las casadas o divorciadas y en especial a las que ya había sido madres y por el contrario, mostraba debilidad por las menores de edad o las que lo parecían. Algo de moda entre las estrella musicales ya que Jerry Lee Lewis fue a la cárcel en 1958 cuando se supo que su esposa era su prima segunda de 13 años. Suena aberrante ahora y lo ha sido siempre, pero han sido muchas las figuras que no han escondido su gusto por las menores: Carlos Gardel defendía su preferencia diciendo: “A burro viejo, pasto joven”.

De vuelta con Elvis y su esposa Priscilla, quien acababa de estrenarse como madre de Lisa Marie; resulta que la Señora Presley quedó sorprendida con un karateca llamado Mike Stone, fue tal su obsesión con el deportista, que Priscila se inscribió a la escuela de Karate de Chuck Norris en Los Ángeles y pidió como asesor personal al señor Stone, a quien le compró un departamento en la playa de California para ocultar su adulterio por tres años y medio.

El libro termina con el relato de cómo Priscila exige el divorcio al Rey y éste planea una venganza contra el karateka (quien además para mayor ofensa era un mulato de madre hawaiana), su abuso con los productos farmacéuticos y su deterioro hasta llegar que tener que usar pañales en sus presentaciones, la persecución por parte de Hacienda y justo cuando parecía que se iba a poner peor, le llega la muerte al Rey el 16 de Agosto de 1977.


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