Likes del barrio: la nueva generación urbana nace en vertical y se viraliza en Tik Tok

Por José Sánchez

En alguna calle polvorienta de Iztapalapa, Neza, Tlahuac, Chimalhuacán o Ecatepec existe un joven menor de edad —muy probablemente con tenis falsificados, corte tipo Edgar (de origen chicano), mirada fija en el celular— repite su coreografía en innumerable ocasiones. El beat de fondo no suena en las calles, sino en su cabeza: un remix de cumbia tumbada con reggaetón lento, la pista perfecta para viralizar. Algún familiar u amigo sostiene el celular en modo vertical. Una toma más, un intento más. En menos de 24 horas, el video puede llegar a Argentina, España, Monterrey o Ciudad Juárez, a donde sea. El algoritmo hará el resto.

TikTok, esa aplicación que muchos adultos aún subestiman, ha dejado de ser un espacio de bailes superficiales para convertirse en el nuevo campo de batalla cultural. Y en México, está reescribiendo lo que entendemos por cultura urbana.

Del barrio al algoritmo

Por décadas, la cultura urbana —música, moda, códigos callejeros— se gestaba en los márgenes de las ciudades, lejos de los reflectores. Pero hoy, con un celular y conexión a internet, cualquier joven puede convertirse en referente global sin salir de su colonia.

TikTok ha descentrado la narrativa tradicional. Ya no es la ciudad de México o Guadalajara donde “pasan las cosas”. Ahora es Neza, Escobedo, Culiacán, Oaxaca, donde se crean los nuevos sonidos, estilos y actitudes. Jóvenes que jamás pisarían una cabina de radio, hoy marcan tendencia con un solo video grabado frente a una barda grafiteada.

Y lo hacen sin intermediarios. Sin managers. Sin marcas. Sin padrinos.

Artistas del celular

Un ejemplo claro es Thavo HC (Daniel Octavio Hernández), freestyler y productor originario de México, quien en TikTok aborda ritmos que mezclan rap urbano y trap desde un enfoque autodidacta y callejero. Sus temas, como “BELIKON”, empiezan a sonar sin pasar por la industria tradicional.

Desde Iztacalco, Bellakath (Katherinne Huerta) representa la cara femenina del reggaetón urbano con raíces en el barrio. Viralizada por canciones como “Gatita” y “Reggaetón Champagne”, es un fenómeno musical que nació en redes.

Estos no son influencers: son nuevos iconos culturales, sin discursos vacíos ni filtros corporativos.

México vertical: impacto y cifras

TikTok ya no es un nicho: es un ecosistema cultural masivo que redefine la cultura urbana desde abajo. Cifras recientes revelan su alcance:

- 85.4 millones de usuarios activos en México, 4.º lugar global.

- 45.3 horas al mes de uso promedio.

- Mayoría en jóvenes de 25 a 34 años (~20 %) y 18 a 24 (~16 %), con ligera mayoría masculina.

Esto demuestra que lo que comenzó como un espacio para clips rápidos ya se transformó en una plaza extensa donde convergen tendencias, códigos urbanos, estéticas y narrativas periféricas.

Algoritmos que abren… y cierran

Este fenómeno tiene dos caras. Por un lado, TikTok democratiza: cualquiera puede subir contenido y conectar con audiencias globales. Pero también homogeniza: la plataforma premia ciertos formatos, cuerpos, narrativas.

El barrio está aprendiendo a jugar con las reglas del algoritmo… y a veces, a romperlas.

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Sonido y estética 420

Ritmos como la cumbia 420, los corridos bélicos low-fi o los beats de freestyle callejero están construyendo una nueva identidad musical del México joven, periférico y digital.

Ya no se busca perfección, sino crudeza. Videos grabados en baja calidad, ruidos ambientales, errores incluidos: todo eso da veracidad. En una era donde todo parece simulado, lo callejero —lo imperfecto— es capital estético.

El poder de la banqueta

Este no es solo un fenómeno musical o visual. Es político, aunque no lo parezca. Porque visibiliza lo que siempre fue invisible: los sueños, rabias y expresiones de quienes viven lejos de la avenida Reforma o de las agencias de publicidad.

Los nuevos líderes culturales no están en festivales ni en comerciales: están en las esquinas. Son jóvenes sin apellidos ilustres que hacen arte con sus cuerpos, su acento, su celular viejo. Y tienen millones de seguidores.

¿Qué sigue?

Las marcas ya lo están notando. Agencias buscan fichar a estos creadores para campañas “auténticas”. Pero muchos resisten. Algunos por desconfianza, otros porque ya entienden que la validación viene de abajo, no de arriba.

Mientras tanto, la cultura urbana mexicana sigue mutando frente a nuestros ojos. Y no lo hace en discos ni pasarelas, sino en videos de 15 segundos grabados entre bardas, coches y banquetas.

La revolución cultural no se está escribiendo en horizontal, sino en vertical. Y se graba con el celular en mano, desde el barrio, con música que no pide permiso.


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