Amanda Lear, la mujer trans que fue amante de Dalí y David Bowie

Amanda Lear, una figura icónica que ha desafiado las etiquetas y cultivado un aura de misterio a lo largo de su vida, es mucho más que una cantante, modelo, pintora, actriz y presentadora. Su trayectoria, marcada por una ambigüedad sexual que ella misma ha sabido manejar con astucia, la ha convertido en un símbolo de libertad y reinvención. Desde sus inicios en los cabarets parisinos hasta su reinado como diva de la música disco, Lear ha tejido una narrativa fascinante que mezcla glamour, controversia y talento.

Amanda Lear, nacida como Alain Maurice Louis René Tap, vino al mundo en Saigón (actual Ho Chi Minh, Vietnam) el 18 de noviembre de 1939, aunque otras fechas como 1941, 1946 o incluso 1950 han sido mencionadas, alimentando el enigma sobre su vida. Su lugar de nacimiento también ha sido objeto de especulación, con Hong Kong como otra posibilidad.

En los años 50 y principios de los 60, antes de convertirse en la figura glamurosa que el mundo conocería, Amanda actuaba bajo el seudónimo de Peki d'Oslo en clubes nocturnos como Le Carrousel en París, un famoso cabaret conocido por sus espectáculos de transformistas y artistas trans, y el Cabaret Chez Nous en Berlín. Según testimonios de la época, como el de la pionera transexual April Ashley, Amanda, entonces conocida como Alain Tapp, trabajaba como drag queen en estos espacios, destacándose por su belleza exótica y su carisma.



En 1965, Amanda Lear fue presentada por el diseñador Paco Rabanne al pintor surrealista Salvador Dalí en Le Carrousel, un encuentro que marcó un punto de inflexión en su vida. Dalí fascinado por su androginia y su presencia magnética tuvieron una relación, descrita como un "matrimonio espiritual", duró casi dos décadas, con Lear como musa y protegida del artista. Dalí, conocido por su fascinación por lo ambiguo, habría contribuido a alimentar los rumores sobre la transexualidad de Amanda, incluso se dice que financió una cirugía de reasignación de género en Casablanca en 1963, realizada por el doctor Georges Burou.

Amanda, sin embargo, siempre negó estas afirmaciones, insistiendo en que el mito de su transexualidad fue una estrategia publicitaria ideada por ella misma, Dalí o incluso David Bowie para atraer atención. En entrevistas, ha jugado con la ambigüedad, con frases como: "Hombre, mujer, ¿qué importa? Soy lo que la gente cree que soy", o afirmando en 1977 en Playboy que era "una mujer como cualquier otra". A pesar de sus negativas, testimonios como los de April Ashley y Romy Haag, junto con documentos y fotos de la época, han mantenido viva la especulación sobre su identidad de género, convirtiendo esta ambigüedad en un pilar de su imagen pública.


En la década de 1960, Amanda se trasladó a Londres, donde se sumergió en el vibrante ambiente del Swinging London. Abandonó sus estudios en Bellas Artes para dedicarse al modelaje, trabajando con diseñadores como Paco Rabanne, Yves Saint Laurent, Mary Quant y Coco Chanel. Su altura (1,78 m), piernas largas y rasgos andróginos la convirtieron en una modelo codiciada, fotografiada por nombres como Helmut Newton y David Bailey para revistas como Vogue y Elle.

En 1973, su imagen dio un salto a la fama al posar para la portada del álbum For Your Pleasure de Roxy Music, vestida con un ajustado vestido de cuero negro y sosteniendo una pantera negra. Esta icónica imagen captó la atención de Bryan Ferry, con quien tuvo una breve relación, y de David Bowie, quien se enamoró de ella tras conocerla a través de la también modelo Marianne Faithfull. Bowie, fascinado por su carisma, no solo mantuvo una relación amorosa con ella, sino que también la alentó a incursionar en la música, financiando clases de canto y danza.

Antes de esto, Amanda había tenido una relación con Brian Jones de The Rolling Stones, completando un trío de romances con figuras clave del rock de los años 60 y 70. Su vida amorosa, siempre bajo el escrutinio público, añadió más capas al mito de su ambigüedad sexual, especialmente por su cercanía con íconos andróginos como Bowie.

En 1975, Amanda lanzó su carrera musical con el sencillo Trouble, un cover de Elvis Presley que no tuvo gran impacto. Sin embargo, su primer álbum, I Am a Photograph (1977), grabado con la discográfica Ariola Records en Múnich, marcó su ascenso como estrella del disco. Canciones como Blood and Honey, Tomorrow y Queen of Chinatown se convirtieron en éxitos en Europa, destacando su voz grave y sensual.. Su segundo álbum, Sweet Revenge (1978), un disco conceptual sobre una mujer que vende su alma al diablo, consolidó su estatus, con hits como Follow Me*y Enigma (Give a Bit of Mmh to Me), que alcanzaron los primeros lugares en las listas europeas.


La portada de Never Trust a Pretty Face es una pieza clave para entender el universo de Amanda Lear. En la imagen, diseñada por el fotógrafo francés Denis Taranto, El significado de la portada va más allá de la estética. Es un reflejo de la propia narrativa de Lear, quien siempre jugó con los rumores sobre su identidad de género,

Uno de los puntos más destacados es "The Sphinx", una balada melancólica que se convirtió en un éxito en Europa, especialmente en Italia. Con su letra poética y su tono enigmático, la canción refleja la dualidad de Lear: vulnerable pero inalcanzable, como la esfinge del título.


Amanda no solo brilló por su música, sino por su habilidad para intelectualizar el género disco, inspirándose en la bohemia de Juliette Gréco y aportando letras más profundas que criticaban la superficialidad.. Su estilo sofisticado, con un toque nostálgico y cabaretero, la diferenció de otras divas de la época. En Italia, se convirtió en una celebridad televisiva, presentando programas en la RAI y en canales de Silvio Berlusconi, donde su carisma y ambigüedad la hicieron una figura inolvidable.


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A lo largo de su carrera, Amanda Lear ha sabido mantener el interés del público, no solo por su talento multifacético, sino por su habilidad para manejar el mito de su ambigüedad sexual. Aunque siempre ha negado ser transgénero, el documental Enigma (2025), estrenado en Sundance y disponible en Max, explora su vida junto a la de April Ashley, destacando cómo ambas enfrentaron los desafíos de ser mujeres trans en una era menos tolerante. Mientras Ashley abrazó su identidad, Lear optó por el misterio, una decisión que, según la directora Zackary Drucker, refleja la resiliencia necesaria para sobrevivir en un mundo que escrutinaba su identidad.

Hoy, Amanda vive en el sur de Francia, donde sigue pintando, actuando y siendo un ícono de la cultura pop. Su relación con Dalí, sus romances y su reinado como diva del disco la han convertido en una figura legendaria. Como ella misma ha dicho, "la ambigüedad es mi sombra", y es precisamente ese enigma el que la mantiene como una musa inmortal, un acertijo envuelto en glamour que sigue fascinando al mundo.


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