Esta es la historia de Marianne Bachmeier, la madre alemana que mató a tiros al asesino de su hija a la mitad de su juicio.
El 8 de marzo de 1981 Marianne Bachmeier camina con confianza por los pasillos del Tribunal de Distrito de Lübeck. Acudía al tercer día de juicio de Klaus Grabowski, acusado del asesinato de Anna, la hija de Marianne. Quienes la vieron entrar a la sala donde Grabowski enfrentaba a la justicia nunca imaginaron lo que estaba por suceder. Ese día, Bachmeier había llevado una Beretta 70 y estaba a punto de usarla.
Esta es la historia de una madre alemana que decidió tomar la justicia por su propia mano y acribilló al asesino confeso de su hija frente a la corte que lo enjuiciaba.
¿Quién fue Marianne Bachmeier?
Marianne Bachmeier no tuvo una vida fácil. Hija de un exmiembro de las Waffen-SS al servicio del Tercer Reich, la oriunda de Sarstedt creció perseguida por el remordimiento heredado. Sus padres se divorciaron cuando ella era niña y su madre se volvió a casar.
En 1966, a los 16 años, Marianne Bachmeier tuvo su primer hijo, al cual dio en adopción. A los 18 años volvió a quedarse embarazada de su entonces novio. Poco después del nacimiento de esta niño, Marianne fue violada. Su segundo hijo también fue dado en adopción siendo un bebé. En 1973 nació la tercera hija de Marianne, llamada Anna. Tras el nacimiento de Anna, Marianne se sometió a una operación de ligadura de trompas[cita requerida] y crio a Anna como madre soltera, viviendo ambas en la ciudad de Lübeck, donde trabajaba en un pub.
Por ello, cuando un tercer embarazo la sorprendió en 1973, Marianne decidió dejar atrás su pasado e intentar iniciar una nueva vida. El nacimiento de su hija, Anna Bachmeier, abrió un nuevo capítulo de su historia. Uno que, desafortunadamente, traería consigo más dolor.
El 5 de mayo de 1980, Anna Bachmeier salió de su casa para dirigirse a la escuela. Una discusión con su madre llevó a la niña de solo 7 años a pensar en saltarse clases y alejarse de todas sus obligaciones. Sería un día libre de molestias escolares y de sus conflictos familiares.
Sin embargo, en su camino se topó con Klaus Grabowski, un carnicero de 35 años que había llamado la atención de la niña con sus gatos. Según reportes de la policía, Klaus –un ofensor sexual registrado– secuestró a Anna y la introdujo en su casa. Allí, violó a la menor y la estranguló con unas medias que pertenecían a su prometida.
Durante las siguientes horas, cuando Marianne aún no comenzaba la búsqueda de su hija, Grabowski intentó deshacerse del cuerpo de su víctima. La ató y metió en una caja que dejaría en la orilla de un canal. Como no había nada que lo relacionara con Anna, podría evadir cualquier pena fácilmente. O al menos eso creyó sin considerar que su novia no dudaría en denunciarlo con la policía en cuanto se enteró de la situación.
Tras ser interrogado por la policía, Klaus Grabowski dijo que no había querido violar, ni asesinar a Anna. Incluso intentó defenderse asegurando que la niña de 7 años lo había seducido y amenazado con contarle a su madre que la había tocado a menos que este le diera dinero.
Repitió tal mentira frente a Marianne y las autoridades correspondientes cuando se presentó para ser enjuiciado en marzo de 1981. La madre se sintió asqueada por las palabras del hombre y preocupada de que estas le sirvieran para evadir cualquier pena. Necesitaba que hubiera justicia y que la memoria de su hija no siguiera siendo asaltada de tal forma.
El 8 de marzo, Marianne llevó la Beretta 70 que guardaba en casa y la introdujo en la sala del Tribunal de Distrito de Lübeck. Mientras Klaus escuchaba al juez dictar su destino, la mujer se levantó y sacó el arma. Frente a la mirada atónita de todos en la habitación, Marianne Bachmeier disparó ocho veces contra el asesino de su hija. Siete de esos disparos alcanzaron su cuerpo y le quitaron la vida inmediatamente. “Lo hice por ti Anna”, dijo.
¿Qué pasó con Marianne Bachmeier?
El acto desató conmoción en la sociedad alemana. Por supuesto, hubo quienes criticaron el actuar de Bachmeier, pero el consenso general la apoyaba. De hecho, el respaldo popular evitó que la fiscalía procediera en contra de Marianne por el asesinato de Grabowski.
En 1983, un jurado la condenó por homicidio no intencional y posesión ilegal de un arma de fuego. Su sentencia fue de seis años de prisión, pero solo cumplió tres. En 1988, Bachmeier se mudó a Nigeria con su nuevo esposo, un profesor alemán. Dos años después regresó a Alemania tras haberse divorciado y ser diagnosticada con cáncer en Italia.
El 17 de septiembre de 1996, Marianne Bachmeier falleció víctima de cáncer de páncreas. La noticia fue reportada con sigilo por la prensa local y permitieron que los pocos deudos que tenía le rindieran homenaje en privado. A los pocos días de su fallecimiento, el cuerpo de la madre fue enterrado en el cementerio de Lübeck, justo en el mismo lugar donde reposan los restos de su hija.