Eva Norvind: una mujer muy interesante

Eva Norvind (Eva Johanne Chegodayeva Sakonskaya) fue una personalidad de culto dentro de la contracultura mexicana: modelo, dominatrix, actriz y terapeuta sexual). Llegó a utilizar los alias de Ava Taurel y Eva Hultgreen. Nació el 7 de mayo de 1944 en Trondheim, Noruega, hija del príncipe refugiado ruso Paulovic Chegodayef Sakonsky, y la escultora noruega Johanna Kajanus, quien viajó a Francia cuando Eva tenía 15 años.

En los siguientes años Eva obtuvo un papel menor en la película Saint Tropez Blues protagonizada por Alain Delon y Marie Laforêt por la cual ganó el segundo lugar del concurso de belleza en el Festival Internacional de Cine de Cannes. Entonces se unió al elenco del Folies Bergère y cambió su nombre artístico a Eva Norvind. En 1962 viajó a Canadá y luego a Nueva York donde a la edad de 18 obtuvo trabajo como conejita de la Playboy y bailarina de Can-Can. Terminó su educación secundaria en 1964 y luego viajó a la ciudad de México para estudiar español y ahí fue contratada como actriz. Realizó 7 películas en México.

En este País fue objeto de controversia por hablar de control natal en la muy censurada televisión nacional. El gobierno de México le ordenó abandonar el país en 24 horas pero con la ayuda de la Asociación Nacional de Actores pudo permanecer en el país aunque se le prohibió aparecer en televisión por un año. Participó en las obras de teatro En el closet, no y La mandrágora de Maquiavelo.

En 1968 se hace fotógrafa cubriendo noticias de moda, celebridades viajando a París y Nueva York. Además escribió artículos de cine y trabajó en la distribución de películas mexicanas a Escandinavia y viceversa.

En 1970 dio a luz a su hija Nailea en la ciudad de México y retornó a Estados Unidos en 1980 para estudiar cine en la Universidad de Nueva York graduándose en 1982 en Bellas Artes. En 1985 se interesó en el erotismo y dos años más tarde fundó Empresas Taurel, empresa consejera, productora y proveedora de material relacionado con el sexo. En 1996 Obtuvo su maestría en sexualidad humana de la U. de NY. El siguiente año, a se realizó una película sobre su vida, titulada No lo hagas por amor, en la cual se representó a sí misma, de la cineasta alemana Monika Treut, así como en la de 1999 Activos y pasivos.

En 1999, John McTiernan la contrató para entrenar a Rene Russo para su polémica imagen sexual en "The Thomas Crown Affair" por lo que obtuvo crédito de pantalla. Norvind además estudió Psicología Forense en el "John Jay College of Criminal Justice". En 2003, proveyó asesoría sexual para la película "Distress" (Peligro).

Norvind muere el 14 de mayo de 2006, se perdió en las aguas de Zipolite, Oaxaca, México. En esos días estaba escribiendo, dirigiendo y produciendo un documental sobre el actor y músico mexicano discapacitado José Flores, titulado "Born Without" ("Nacido sin...").

Esta es una entrevista hecha por Alejandro Escalante publicada en Reforma el 21 de Mayo de 2006.

"La fruta, la langosta y el chocolate son mis afrodisiacos, los gozo con un estremecimiento".

Pero inevitablemente todas las aristas de su vida se fueron revelando como en una fotografía: Ya no era la Eva Norvind considerada en los años 60 la Marilyn Monroe del cine mexicano; ni la abductora del Enmascarado de Plata en Santo contra la invasión de los marcianos, ni la novia extranjera de Mauricio Garcés en Don Juan 67. Tampoco era la foto de quien practicó el sadomasoquismo en Nueva York bajo el nombre de Ava Taurel, pero sin duda esta conversación muestra a una mujer que a los 60 años podía mirar su vida sin ruborizarse y sin temor a ser juzgada.

¿Cómo empezó todo, Eva?

Me fui con mi familia de Noruega al sur de Francia, donde trabajamos en la fábrica de un tío. Una vez me convenció de entrar a un concurso de belleza en Cannes. Gané el segundo lugar, fue en el 60, el año de Fellini, la Dolce Vita, Nunca en domingo, Melina Mercouri... El premio era participar en una película que se llamó St. Tropez Blues, con Marie LaForet. A partir de ahí, quise convertirme en una estrella de cine, así que me fui a París. Entré a la Comedia Francesa como actriz de complement y fui show girl en Folies Bergere. Después, como invitada de una compañía de can can, estuve en Montreal; luego viví dos años en Nueva York y en el 64 me vine a México.

¿Por qué México?

Porque en Nueva York me enamoré de un chico que no quiso ser mi primer hombre y hui. Me vine en autobús con 10 dólares, que me robaron en la frontera. Pedí dinero para llegar a la Ciudad de México y aquí conocí a José G. Cruz, que quería que trabajara en un burdel, pero cuando supo que yo era virgen, me ofreció trabajar en las fotonovelas que producía. Después, al cine. La primera película donde participé fue Los vecinos de Yucatán, con el Chino Herrera e Imelda Miller.

En ese tiempo trabajé como vedette en La Fuente, el Terraza Casino, el Iris, el Lírico, el Blanquita. Fueron años tremendos, pero cómo los disfruté.

¿Cuénteme algo de esa época?

A pesar de ser corista, yo estaba en todas las portadas, opacaba a las estrellas; eso causó tanto revuelo que me hicieron estrella, sin tener mucho talento para cantar y haciendo muchos disparates, pero, bueno, era guapa, ya llevaba mi peluca platinada: me había convertido en una muñeca, en una muñeca sexual.

Ahora veo a esa persona muy ajena a mí, no sé quién soy, pero sé que fui ella durante esos años. Aquí, en México, era la güera despampanante, guapa y virgen, algo muy diferente a lo que aspiraba. Sin embargo, en mi oficina tengo un póster de ese tiempo, como marciana, me agrada verlo. De cualquier forma, al final, me aturdí y dije: "¡Basta!". Sucedió más o menos al mismo tiempo de aquello de la píldora anticonceptiva.

¿Qué fue lo que pasó?

En La hora con Paco Malgesto, me entrevistaron a mí y a un psiquiatra, Santiago Ramírez. Mi pecado fue decir que la píldora se podía conseguir en cualquier farmacia, algo que aquí las mujeres no sabían.

¿Por eso se fue de México?

Sí. Fue tal el escándalo que nadie me daba trabajo, entonces me fui a la URSS, allí estudié ruso y me volví fotógrafa. De regreso a México, trabajé de asistente de Nadine Markova, de quien aprendí mucho. Poco después no sólo publicaba mis fotos, sino también mis entrevistas con Robert Redford, Harrison Ford, Peter Falk y Liza Minnelli, en revistas como Genial, Vanidades y Cosmopolitan.

¿Y entonces se retiró de los escenarios?

Bueno, no del todo, pues estuve muy cerca de Alejandro Jodorowsky. El tuvo mucha influencia en mí. Algo bueno que me dejó fue haberme recomendado dar leche de almendras a mi hija, Nailea Norvind. Pero también cosas malas como decirme que no escondiera las revistas pornográficas que yo tenía porque eran muy saludables para los niños. Pero él tenía hijos, y yo, una hija... así que te imaginarás. En los 70, trabajé también con Juan José Gurrola en una obra sobre la Condesa Erzsébet Báthory, quien rapta, seduce y mata a 500 vírgenes. Yo hacía el papel de la condesa; lamentablemente, nunca se estrenó porque prefirió dirigir otra obra que le ofrecieron.

¿De qué vivía en esa época?

Digamos que fui la amante mantenida de políticos importantes, es como se dicen las cosas... Hay una parte de mí a la que le encanta el sensacionalismo, eso me choca de mí misma, pero hay una parte que lo busca. He dicho en varios momentos que me prostituí... esa palabra suena fuerte, porque cuando se habla de prostitución uno piensa en una mujer que está parada en la calle, y yo no, nunca lo hice. Fui una mujer mantenida, claro, eso es prostitución, pero igual se prostituye la mujer en el matrimonio.

El escándalo viene de una profunda inseguridad. Siento que nunca he hecho algo de valor y he querido destacar por otras cosas. En México, fui un títere, totalmente. Fui un objeto de admiración y eso me imposibilitó a vivir en un mundo real.

Sé que se enamoró de una mujer.

Ella cambió mi vida, me hizo sentirme bien, por primera vez, conmigo misma. Pero cuando se suicidó entré con Salvador Roquet (célebre psiquiatra, coautor del libro Los alucinógenos: De la concepción indígena a una nueva psicoterapia). Con él tomé hongos, peyote, semillas de datura, morning glory seeds, LSD, mezcalina pura, quetalar. Íbamos a hacer terapia a la sierra de Oaxaca con María Sabina.

¿Por qué decidió dejar México?

Me ofrecieron una beca para estudiar cine en Nueva York, allá renacieron cosas que estaban en mí desde mi juventud y me absorbió la desviación sexual, el sadomasoquismo. Una cosa lleva a otra, sólo que yo me clavé muchos años en eso.

¿Cuántos años, 10, 15...?

Sí, pero, en síntesis, fue muy corto el periodo y no voy a revivir esos años contigo; con eso gané dinero, pero era nada más el pretexto para estar en un lugar "protegido". Y formé mi instituto para diferenciar lo que quieres hacer de lo que tienes que hacer.

¿No es el de la dominadora un trabajo de prostitución?

No, porque no hay contacto sexual. Es legal y tiene sus reglas. Acaso es una prostitución psicológica. El dinero sí entra, pero tienes la opción del placer. Porque en la vida, todo es cuestión de estar consigo mismo.

Aprendí mucho como Ava Taurel, por los encuentros que he tenido gracias a ella, por ella descubrí mucho del ser humano.

Se dice que en el sadomasoquismo no hay improvisación.

Creo que lo que me hizo grande como dominadora fue justamente la improvisación; yo entraba en un espacio, a veces como un ser extraño y no tenía idea de lo que iba a hacer allí, de pronto tenía ideas increíbles. Ojalá fuera tan creativa en otras áreas de mi vida o hubiera escrito en el momento mismo sobre lo que acababa de vivir.

Entonces, la idea de que el pacto predetermina...

Es muy diverso todo esto. Eso existe, hay quienes tienen esos contratos, yo también los he tenido, pero eso ya está entre las excepciones y a mí no me gustan esos contratos... Si alguien se somete a mí, no me gusta que me limite. Me gusta que confíe lo suficiente en mí para yo misma ponerme limites. La gente quiere encajonar las cosas muy fácilmente. Si uno quiere conocer el poder, tiene que saber cómo es no tenerlo. Eso es la esencia de la vida, conocer los opuestos, si no, la vida no está completa.

Allí se utilizan elementos relacionados con el poder: la ropa, por ejemplo...

Esa ropa me hacía sentir muy segura. Debo decirte que nunca me desnudé frente a las cámaras, lo más que hice fue quitarme el brassiere entre burbujas o caminar por Reforma en bikini, lo que en aquel tiempo fue un escándalo tremendo.

Me metí a fondo en el sadomasoquismo, lo viví, lo sentí, para después verlo desde lo académico. Aposté todo a una conferencia en Estados Unidos, en el American Association of Sex Educators, Counselors and Therapyst (www.aasect.org), donde fui invitada como Ava Taurel; allí me dijeron: "Regresa a la universidad, haz una maestría para tener un título académico y llenar tus conocimientos empíricos". Lo hice y también trabajé con ofensores sexuales en la cárcel, de donde me corrieron cuando se enteraron que había sido dominatriz.

Y pensar que todo esto comenzó casi como una curiosidad.

Siento que el haber hecho de mi obsesión, de mi arte, algo comercial y después algo académico, ha destruido mi propio sentido erótico y dejar de gozar con esas exploraciones. Empecé a desligarme. Cuando tienes un rol administrativo y ya no puedes estar creando, tu arte se vuelve otra cosa. Entonces era muy importante distanciarme, para encontrar una nueva virginidad.

¿Qué servicios presta el Instituto Taurel?, ¿sigue siendo lo mismo ahora que no está usted?

Se sostiene solo, paga sus propios gastos, pero yo no tengo un ingreso personal de eso. El instituto (www.avataurel.com) funciona como puede. Tengo allí unas maravillosas mujeres, verdaderas artistas.

¿Por el sadomasoquismo, abandonó el cine?

Sí, pero dirigí y produje cortometrajes. También hay una película que habla sobre mí, Didn't do it for Love (Monika Treut, 1997). Con ella he conocido a gente de todo el mundo, he ido a Toronto, Berlín, Montreal, Noruega, Taiwán, Brasil. Lo maravilloso es que aun viéndome como un ser tan imperfecto, muchos se acercan para saber de mí, para saber por qué, para saber cómo... eso ha sido muy importante para mi ser interior.

 donde fui invitada como Ava Taurel; allí me dijeron: "Regresa a la universidad, haz una maestría para tener un título académico y llenar tus conocimientos empíricos". Lo hice y también trabajé con ofensores sexuales en la cárcel, de donde me corrieron cuando se enteraron que había sido dominatriz.

Y pensar que todo esto comenzó casi como una curiosidad.

Siento que el haber hecho de mi obsesión, de mi arte, algo comercial y después algo académico, ha destruido mi propio sentido erótico y dejar de gozar con esas exploraciones. Empecé a desligarme. Cuando tienes un rol administrativo y ya no puedes estar creando, tu arte se vuelve otra cosa. Entonces era muy importante distanciarme, para encontrar una nueva virginidad.

¿Qué servicios presta el Instituto Taurel?, ¿sigue siendo lo mismo ahora que no está usted?

Se sostiene solo, paga sus propios gastos, pero yo no tengo un ingreso personal de eso. El instituto (www.avataurel.com) funciona como puede. Tengo allí unas maravillosas mujeres, verdaderas artistas.

¿Por el sadomasoquismo, abandonó el cine?

Sí, pero dirigí y produje cortometrajes. También hay una película que habla sobre mí, Didn't do it for Love (Monika Treut, 1997). Con ella he conocido a gente de todo el mundo, he ido a Toronto, Berlín, Montreal, Noruega, Taiwán, Brasil. Lo maravilloso es que aun viéndome como un ser tan imperfecto, muchos se acercan para saber de mí, para saber por qué, para saber cómo... eso ha sido muy importante para mi ser interior.


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