Cada tercer fin de semana de noviembre, México se paraliza en una fiebre colectiva de compras. Pantallas gigantes en centros comerciales, anuncios en radio y televisión, filas interminables en cajas registradoras. El Buen Fin, ese evento que promete “las mejores ofertas del año”, no es un invento espontáneo del comercio minorista. Es una política pública disfrazada de promoción comercial, nacida en la crisis, moldeada por el gobierno y sostenida por un entramado de intereses económicos y fiscales. Pero ¿por qué existe realmente?
El origen: una respuesta a la crisis de 2009
El Buen Fin no nació en una sala de juntas de Liverpool o Walmart. Nació en Los Pinos, en 2011, bajo la administración de Felipe Calderón. Documentos obtenidos vía transparencia (Solicitud de Información 0000400119111, SHCP) revelan que la idea surge en una reunión intersecretarial en marzo de 2011 entre la Secretaría de Hacienda (SHCP), el SAT, la Secretaría de Economía (SE) y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE). El objetivo era claro: reactivar el consumo interno tras la crisis financiera global de 2008-2009, que dejó al PIB mexicano con una caída histórica del -6.6 % en 2009.
“Necesitamos un ‘Black Friday’ mexicano, pero con control fiscal y medible en IVA”, se lee en un memo interno de la SHCP fechado el 12 de abril de 2011.
El modelo: copiar el Black Friday estadounidense, pero con dos giros locales:
El nombre “El Buen Fin” fue propuesto por el publicista Carlos Alazraki en una campaña contratada por el CCE. Costo: 18 millones de pesos (según contrato PRO-2011-045-SE).
El pacto oculto: gobierno, empresas y bancos
El Buen Fin no es solo “ofertas”. Es un mecanismo de política económica con tres beneficiarios principales:
Actor | Beneficio | Evidencia |
Gobierno | Aumento en recaudación de IVA (promedio +12 % en noviembre vs. octubre) | Reportes SAT 2011-2024 |
Grandes cadenas | Liquidación de inventarios de temporada baja | Estados financieros de Liverpool, Walmart, Coppel |
Bancos | Explosión en uso de tarjetas de crédito (+35 % en transacciones) | Reportes de la Condusef |
Un análisis de datos del SAT (2011-2024) muestra que el 68 % del aumento en ventas se concentra en 10 empresas: Walmart, Soriana, Liverpool, Coppel, Elektra, Sears, Sanborns, Palacio de Hierro, Best Buy y Amazon México.
En 2023, Walmart México reportó 42 % de sus ventas anuales de electrónicos durante El Buen Fin (Informe Anual 2023, Bolsa Mexicana de Valores).
El mito de las “ofertas reales”
Un estudio de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) en 2022 encontró que:
Es un espejismo de descuentos. El consumidor cree que ahorra, pero en realidad adelanta compras que haría después
El impacto real: ¿quién gana, quién pierde?
Ganadores | Perdedores |
Grandes cadenas (margen bruto +18 %) | Pequeños comercios (ventas caen -22 % en noviembre, CANACO) |
Gobierno (recaudación extra de ~$18,000 mdp en 2023) | Consumidores endeudados (crédito revolving +41 %, Condusef) |
Bancos (comisiones por transacciones) | Familias de bajos ingresos (gastan aguinaldo en bienes no esenciales) |
Un dato revelador: según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF 2021), el 44 % de los mexicanos que participaron en El Buen Fin en 2020 usaron crédito revolvente, y el 29 % tardó más de 6 meses en pagarlo.
El futuro: ¿hacia un “Buen Fin” permanente?
En 2024, el gobierno de Claudia Sheinbaum propuso en el Paquete Económico 2025 extender los incentivos fiscales del Buen Fin a todo noviembre, bajo el argumento de “estímulo al consumo sostenido”. La iniciativa fue rechazada en la Cámara de Diputados por el bloque opositor, que la calificó como “un rescate encubierto a grandes corporativos”. Mientras tanto, en las calles, el 62 % de los mexicanos (Encuesta Mitofsky 2024) dice que participará este año, aunque solo el 18 % cree que realmente ahorra.
El Buen Fin no es una fiesta. Es un termómetro
El Buen Fin no existe por las ofertas. Existe porque:
Es un ritual nacional donde todos fingimos que compramos barato, que ahorramos, que el país crece. Pero detrás de las luces LED y los “hasta 70 % de descuento”, late una verdad incómoda: El Buen Fin es el reflejo de una economía que depende del consumo impulsivo para sobrevivir.Y mientras las filas crecen en las cajas, una pregunta queda en el aire:
¿Cuándo tendremos un “Buen Fin” para los salarios, para los pequeños negocios, para la planeación financiera de las familias? Porque el verdadero buen fin... aún no llega.