Aunque ambientada en la actualidad, todo en esta nueva entrada cinematográfica en el universo de los Men In Black parece suceder en un indeterminado momento de los años 60 o 70. O desarrollarse su acción a lo largo de localizaciones africanas y europeas que también carecen de fecha exacta, siendo más posible que surjan de las fotografías de una revista de tendencias irremediablemente 'sixties', o de las ilustraciones de un tebeo 'swinging London' de Modesty Blaise, o del mismo agente 007, James Bond. Men in Black: International hace del 'gadget' bondiano un recurrente deus ex machina en las escenas de acción, utilizándolo como el botón que abre esa puerta a un universo decididamente pop. 

Exactamente eso hace la película que firma el siempre convincente y heterogéneo F. Gary Gray: activa sus armas pulsando un guion mínimo que se diría mera excusa para otras cosas ajenas a lo que esta franquicia producida por la Amblin, y basada en unos excéntricos cómics de culto, había sido hasta la fecha (léase humor alien, 'buddy movie' Will Smith & Tommy Lee Jones y el hambre churrigueresca visual de su director, Barry Sonnenfeld). En esta ocasión, derivación o 'spin-off', la intención es la de clonar, con sentido del humor, pero sobre todo de ritmo, tempo y estilo, ese oasis en la cultura popular de evasión que representó el cine de espías súper sofisticados. Un tiempo, un planeta ya extinto, que Men in Black: International busca resetear a partir de una trama que en realidad no importa (su presunta sorpresa no lo es jamás), e incluso dejando a un lado los ítems propios de la franquicia. Porque en realidad, los saltos por ese mapa del sentimiento 007, las persecuciones tan caras a la saga, las partidas de cartas (Chris Hemsworth en esa timba extraterrestre digna de Casino Royale), la villana 'sexy' que podría ser Octopussy (con algún brazo menos) y el carisma de sus protagonistas y secundarios es lo que realmente importa.

Men in Black: International es un Bond de Roger Moore (el único agente al servicio secreto de su majestad capaz de pasearse con 'charme' por la locura galáctica en Moonraker). Es un filme ligero, incluso demasiado a veces, que prima la comedia blanca y un toma y daca entre su pareja estelar que es lo mejor de la película, en especial Chris Hemsworth.